miércoles, abril 28, 2010

Yo

El frio comienza a calar mi cuerpo. Llevó varias horas parada bajo el frio,simplemente viendo el horizonte. Y a pesar de que no logre divisar más allá de un edificio de un color apagado y aburrido como suele ser siempre el gris, suelto un suspiro que poco a poco recorre mi labios en un doloroso silencio; no es cualquier suspiro, son mis palabras siendo calladas por tu indiferencia, por tu crueldad conmigo.

Gris... No puedo despegar mi mirada de aquella construcción. Siento frio y la niebla, que se ha provocado por el clima, me impide ahora mirar lo que ha mantenido mi atención lejos de mi, de mis pensamientos y de toda imagen que pueda perturbarme. La desesperación está encarando cada uno de mis sentidos. Claro, eso era. No quiero volver a la realidad, pues si vuelvo a ella no habrá más imagen que la tuya, y jure por la reminiscencia de mi persona que nunca lloraría por nadie, pero creo que es tarde... Siento un terrible calor en mis ojos y temo tocarlos para sentir el minimo rastro de lo que podría indicar tu encarnación invadiendo el espacio de mi inteligencia.

Todo se ve interrumpido por el taciturno sollozo de una muchacha que se sontiene de pie a mi lado, ocultando su rostro al resto de los estudiantes de la escuela. No puedo divisar su ropa más allá del color negro que posee, pero puedo ver que su cabello es rizado y obscuro, y que que se declina hacia sus hombros y que un majo flequillo cubre sus ojos. Debo haber buscado un nuevo punto de distracción, porque no ha transcurrido el tiempo lo suficiente como para que mis acciones la atrajeran. Sus ojos... Son familiares. Por supuesto: Son mis ojos, es mi boca... mi rostro. Ella soy yo.

Esto es simple fantasia; una simple ilusión que ha creado mi autodefensa para no invocar tu nombre en mis labios. Siento la misma desesperación de antes, ese horrible ardor en mis ojos y vaticino pequeñas gotas salinas escapar de mis párpados. Es el momento, comienzan a huir, lo se, lo siento.

No. Eso no es posible. Mis dedos se han acercado a cubrir huellas de lo que he llamado por años, debilidad, pero sorpresa fue cuando al tocar el color azafranado de mi rostro, no han encontrado nada. Yo las deje escapar. Si no están en mi rostro, a donde han huido? Vuelvo mi mirada a la joven frente a mi, a mi otro yo. Sus ojos están húmedos por las lágrimas que debilitaron mi cuerpo. No. No es verdad. Ella... ella es yo. Es mi alma... Mi mente.

-"Has excedido el límite" - Enjuga nuestras lágrimas. -" Lo has hecho de nuevo."

Murmura casi en silencio, incluso, dudo haber visto movimiento en sus labios. Quiero moverme, huir, pero no puedo. Ella es mi fuerza, mi voluntad y mi mente. Ella es yo, y ella no desea ningún movimiento.

-"Estás lista?- Sonrie melancolicamente, derramando un par de lágrimas más por orden de mis ojos.

Esta utopía equívoca se quiebra frente a mi ante el sonido chirriante que anuncia el final de una clase más. Nada está ahí: Ni mi reflejo demacrado, ni la niebla, incluso el frio se ha ido. No puedo moverme del temor. Apareces frente a mi y no puedo hacer nada más allá de decirte "Adios... Te quiero."

Me miras con asombro. Tus palabras amenazan a tus labios con huir pero el orgullo en tu cuerpo las vence al fin. Sonrio y bajo la mirada. Entiendo, no pretendo que me quieras. Miro de nuevo hacia la pared gris: Ahí están de nuevo: La niebla, el frio y yo, sentada en las bancas de frio material. Doy un paso levantando lentamente mi mano. Tú me miras asustado.

-"Es el momento" - Mi otro yo se acerca intentando abrazarme.

-"Estoy lista...Me siento cansada"- Todo aquello que rompí con mi presencia, las palabras hirientes que dije, mi ingratitud dolorosa... Mis sentimientos exagerados hacia las personas equivocadas pasan por mi mente. Te miro una vez más compartiendo lágrimas con mi reflejo, que en un par de pasos ha llegado hasta mi y me ha abrazado. Lentamente comenzamos a unirnos, hasta que formamos un solo ser.

Me siento débil y mis piernas flaquean. Mi fuerza se ha ido y se ha llevado consigo mis pensamientos y mi alma. Caigo poco a poco al suelo pero no toco mi destino: Me sostuviste un poco antes y con lo que sobra en mi indolente cuerpo te sonrio, esta vez realmente feliz, incluso ahora que tus lágrimas caen en mi rostro permitiendome probarlas. Me desvanezco poco a poco quedando como último recuerdo para la eternidad, tu imagen.

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